Tras el secuestro de la revista satírica El Jueves, ordenada por el juez Del Olmo, se amplían las actividades de censura de la Judicatura española. El magistrado Fernando Grande-Marlaska se suma a la infamia y reabre una querella, que había archivado, en contra de los diarios vascos Deia y Gara.
El supuesto delito del que se acusa a estos periódicos es la difusión de la portada del semanario humorístico Caduca Hoy, en el que se comentaba de manera burlesca el escándalo en que se vio envuelto el Rey Juan Carlos I al matar en Rusia un oso enjaulado y borracho.
Parece más que sospechoso que se reabra el caso más de dos meses después de la presentación de la denuncia, y coincidiendo con la abultada cobertura mediática de la censura de El Jueves. De nuevo, nos encontramos ante un cargo público que, en lugar de velar por el interés general, se deja arrastrar por el afán de protagonismo. Marlaska, que ya se había destacado por sentencias más que discutibles y actuaciones posiblemente interesadas, vuelve a protagonizar un espectáculo que nada aporta a los ciudadanos, pero que le sitúa de nuevo como centro de la atención mediática.
En nuestro país miles de mujeres viven en situaciones de esclavitud sexual, se extiende la corrupción y somos campeones mundiales en consumo de cocaína. Pero la Audiencia Nacional cree que castigar humoristas es más importante.