lunes, 23 de julio de 2007

Democracia diluida al 10%

Imagínense una entidad en la que se presenta una Constitución a consulta popular. Imagínense que es rechazada. Y luego imagínense que la clase política impone, sin refrendarlo con los ciudadanos, el 90% de esa Constitución.
Si este hecho ocurriese, digamos, en África, de inmediato sería calificado como un acto dictatorial. Pero la entidad de la que hablamos es la Unión Europea.
Tras el amplio rechazo que el Tratado Constitucional provocó en Francia y Holanda, ahora se hacen las cosas bien: no se pregunta a nadie si quiere una Constitución que recorta derechos y libertades. No vaya a ser que digan que no.
El Tratado, que en nuestro país se presentó como un complemento a la Constitución Española, y se publicitó aludiendo de manera continua a la Transición, dista mucho de ser un avance democrático. El texto en sí parece garantista, pero es una mera declaración de intenciones. El peligro está en los anexos.
Los anexos, protocolos y declaraciones son la auténtica base legislativa de la Constitución Europea. Y éstos son un coladero de irregularidades que permiten la invasión de la intimidad (ver apartado 10), el tráfico incontrolado de armas (Art.III-436), y llegan hasta el punto de establecer que el asesinato no es delito si se usa para evitar una fuga (disparar por la espalda) ni si es utilizado para "reprimir una revuelta" (Art. 2.3).
El Tratado Constitucional Europeo que está siendo impuesto de manera autoritaria representa un grave recorte de los derechos de los ciudadanos. La unidad de Europa no es un pretexto, puesto que también la pretendieron insignes demócratas como Hitler, y nos cuesta creer que hubiese traído algo bueno. El Consejo de Redacción desea declarar su apoyo a la unión política de Europa, pero desde el respeto a las libertades civiles.
La democracia al 10% no es democracia.

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